viernes, 9 de julio de 2010

La Escalera (Cuento)


El personajes de este cuento es una mujer.


Este año fue realmente complicado y difícil para mí. Mi familia tuvo algunos problemas financieros y esto trajo como consecuencia problemas matrimoniales también, mis padres no dejaban de discutir. En la escuela las cosas cada vez iban peor, no sólo desaprobaba algunas materias, sino que también tenía otro tipo de problemas.

Discusiones con profesoras, peleas con otros alumnos, notas bajas, y faltas, en especial a la clase de gimnasia. La peor materia de todas era la de historia, estoy completamente segura de que no sirve para nada estudiar personas que ya murieron.

Todos mis problemas desaparecían instantáneamente apenas lo veía a él, la primera persona que supe amar completamente, el primer chico al que le entregué mi corazón de verdad. No es el primer novio que tuve, pero es la persona que más amo y cada segundo pienso en él.

Mis padres no me dejaban salir mucho porque decían que no tenía la edad suficiente aún, así que nos veíamos en todos los recreos y con suerte nos veíamos algunos días a la tarde o los fines de semana.

Todo era perfecto en la relación, él cambió mi vida y confiaba en mí y yo estaba completamente segura de que él jamás me engañaría, podía confiar en él. Pero no siempre soy tan consciente de esto, hay momentos en los que los celos aparecen decididos a quedarse.

Los celos se sienten cuando las personas se ven frente a obstáculos que los separan de los que aman. Hay gente que los vence fácilmente y es capaz de sonreír a los problemas para convertirlos en cosas positivas, pero esa es una capacidad que todavía no tengo.

Un día en la escuela, mientras bajaba por la escalera, vi a mi novio hablando con una de sus amigas. Tenemos muchas amigas en común, pero esa no era una de ellas, era una de las que realmente detesto. Cada vez que lo veo hablando con ella siento el odio recorriendo en mis nervios. No suelo disimular mis sentimientos, pero con él intento ser distinta. Cuando me acerqué para hablar con él, ella se fue.

-¿Qué hacías hablando con ella? Te dije que no me gusta.

-Somos amigos nada más, Ruth. Ya lo hablamos.

Y siempre era lo mismo: yo se lo advertía y él se defendía diciendo que solamente eran amigos y se quedaba tranquilo pensando que yo lo había entendido. Pero en realidad era lo único que tenía en mi cabeza durante todo el día y lo que en las noches me impedía dormir.

No puedo contarle esto a nadie, no quiero que me vean como una loca, pero cada vez me costaba más ocultarlo.

Esa tarde él y yo nos reunimos en el parque de siempre a hablar y jugar como hacíamos cada vez que podíamos. Hacía mucho frío pero él me ofreció su campera. Cada vez que él era gentil conmigo, lo amaba más. Lo malo de esto es que cada vez que lo amaba más, sentía más celos cuando lo vía con su amiga.

Mi poca paciencia llegó a su fin cuando mi mejor amiga me buscó un día en la escuela para decirme que mi enemiga estaba abrazando a mi novio y sacándose muchas fotos con él. Intenté hacer lo de siempre, calmarme y sonreír, pero no pude. Apenas tuve la oportunidad de hablar con ella fui y le dije todo lo que sentía en la cara.

-No quiero que veas más a mi novio. Sé que tienes intenciones distintas a las que cree él, no sólo buscas amistad.

-Puedes creer lo que quieras, somos amigos nada más. Lo quiero mucho y no voy a dejar de verlo porque seas una loca.

-¿Cómo me dijiste?

-Por favor, no quiero problemas. No me molestes.

Dijo eso y se fue. Nunca había sentido tanta ira en mi vida. Tenía demasiadas ganas de saltar encima de ella y golpearla, pero había mucha gente y logré calmarme. Entonces fui con mi novio y le conté lo que su amiga me había dicho.

-¿Por qué le dijiste eso?

-¿Ahora estás de su lado?

-No, no estoy de ningún lado. Pero no puedes pedirle eso, somos amigos. Espero que algún día lo entiendas.

Se levantó y me dejó hablando sola. No era la primera vez que lo hacía, cuando había un problema y había que discutir él se enojaba y se iba.

Traté de olvidarme de toda la situación, traté de meterme en la cabeza que tal vez esa chica sólo buscaba amistad y esa noche pude dormir tranquila las horas que necesitaba y me hacía falta.

Todo iba bien, ese día sonreía y estaba decidida a disculparme con mi novio y con su amiga por haber actuado de esa forma. Pero cuando llegué por fin lo vi con mis propios ojos: ella lo estaba abrazando y lo besaba en la mejilla y él sólo sonreía sin intentar quitársela de encima. No me importaba que haya amigos que se llevaran tan bien, yo no podía permitir semejante situación. Seguí de largo sin saludarlo ni siquiera a él y fui a mi salón, pero durante la clase no pude concentrarme.

En un momento sentí que iba a explotar y le pedí permiso a mi profesora para ir al baño. No necesitaba ir, sólo quería un momento de soledad y tranquilidad para pensar. Sólo eso.

No había nadie en el pasillo, ni en el baño, por suerte. Cuando salí vi que ella caminaba cerca de la escalera y corrí decidida hacia ella. Cuando estaba a unos metros le grité “¡Tú te lo buscaste!” y luego la empujé. Vi como su frágil cuerpo se golpeaba con los escalones y me sobresalté al escuchar el sonido que hizo al chocar contra el piso. Luego me senté en el último escalón y esperé que tocara el timbre, mientras mis lágrimas caían.

Cuando sonó, la gente rodeó rápidamente el cuerpo de mi enemiga y todos me miraban con sorpresa, furia y tal vez un poco de miedo. Nunca sentí tanto rechazo en mi vida, pues, mi mejor amiga me miraba desde lejos y no se atrevía a acercarse.

Mi novio no apareció en la escena, luego una profesora me llamó, la policía apareció en la escuela y me di cuenta que todo había acabado. Los celos arruinaron mi vida y acabé con otra vida. Una vida inocente.

Fe Y Soledad (Cuento)


Luego de mucho tiempo sin jugar hockey, por fin volví a reunirme con mis amigos en el parque de siempre a las seis de la tarde. Mi alegría era demasiado notable y obviamente tampoco podía disimular mi entusiasmo, no paraba de correr aunque me había desacostumbrado a eso.

Cuando mis piernas y mi espalda ya no daban más y mi transpiración se volvió algo realmente molesto, por fin terminamos el partido y nos sentamos a descansar y a tomar gaseosa en el banco de siempre. Realmente extrañaba esos momentos con mis amigos.

Reímos, discutimos y contamos todas nuestras novedades: cómo iban nuestros estudios, cómo estábamos con nuestras parejas y otro tipo de charlas entre amigos que también extrañaba.

Cuando me levanté para irme porque ya era tarde uno de ellos me dijo que tuviera cuidado con el fantasma que había aparecido en las noticias. Yo simplemente me reí y empecé a caminar.

A unos pocos metros de allí, debido a lo que me dijo mi amigo, empecé a recordar todas esas veces que hablé con ellos de fantasmas y de religiones. Casi todos eran creyentes, pero yo no creía en absolutamente nada. Sólo creo en la lógica, en la suerte y en las casualidades.

No creía que existiera un ser superior que pueda estar en todos lados al mismo tiempo observando nuestras acciones y que fuera capaz de crear vida a partir de la nada.

Tampoco creo en un Más Allá, la simple idea de la existencia de un alma me parecía ridícula. Tal vez suene cruel para algunas personas, pero creía que las personas mueren y ya, no vamos a ningún lado. La vida después de la muerte fue una invención para calmar a las personas que le temían demasiado a la muerte.

Mis pies me dolían demasiado y mi sed había vuelto pero no tenía dinero ni siquiera para pedir un taxi o para comprar algo para beber.

Mientras caminaba por una calle oscura empecé a sentir un leve dolor de estómago. A pesar de mi edad y de mi fe en la lógica, no podía evitar sentir eso cada vez que pasaba por la oscuridad de ese camino y eso me daba furia.

Sabía que nadie se enteraría y tenía muchas ganas de llegar a mi casa así que empecé a apurar mi paso. Todo iba bien y estaba a sólo cuatro cuadras de mi hogar hasta que vi la sombra de un animal, no pude ver qué era, y me sobresalté. Pero lo que más recuerdo de ese momento es que cuando vi esa sombra dije algo que jamás pensé que diría. Dije “Oh, Dios”.

El Lago De Los Sueños (Cuento)

El personajes de este cuento es una mujer.


¿Alguna vez se han identificado tanto con una pintura? Yo sí. Pienso en ella todo el tiempo, sueño con ella mientras duermo y me imagino viviendo dentro de ella. Pero todo se derrumba cuando despierto y recuerdo que jamás seré reconocida como la autora de esa importante obra. Me cuesta admitir que amo la pintura de uno de mis compañeros. No sé exactamente por qué, tal vez por envidia y orgullo, siempre he sido muy orgullosa y muy competitiva desde que tenía diez y mi mamá tuvo otra hija con uno de sus novios. No hubo época en la que me haya sentido más ignorada que en esa.

Cada clase a su lado es una eternidad, hay veces en las que me quedo completamente quieta y mirándolo como si algo fuera a pasar. Lo peor es disimular cuando se da cuenta. Me siento una tonta.

He intentado miles de veces mejorar esa pintura pero jamás he podido, mi cuarto está lleno de puros borradores, sólo me han gustado tres de todas mis obras y ni siquiera son tan buenas como la de mi compañero de clase. Una de mis obras la valoro mucho porque cuando la veo me hace acordar a mi abuelo. Tal vez sea el color de fondo, pues, es igual al de su enorme casa, o tal vez sea la serenidad que me provoca al verla, mi abuelo siempre fue una persona muy serena, realmente lo admiraba.

Ayer cuando caminaba apurada por uno de los largos pasillos de mi instituto de arte ya que llegaba tarde a una de mis clases, la vi. La pintura estaba colgada allí entre una de las mejores, pero las demás no merecían estar junto a ella. A pesar de mi apuro, no pude evitar detenerme a admirarla una vez más.

El verde de los árboles, el azul puro y cristalino del lago, las sombras, las iluminaciones, los rostros de las personas, absolutamente todo me parecía perfecto, no había ni un rastro de errores, era una obra maestra.

Esa noche tuve el mismo sueño con la pintura. Estaba sentada tranquilamente sobre el verde césped frente al lago mientras la brisa acariciaba mi dorado cabello y de repente me pongo de pie, miro hacia atrás. Entonces veo a una persona, era un joven, pero nunca pude reconocer su rostro, lo veía borroso, pero esto nunca me interesó, sólo admiraba el hermoso paisaje que podía ver a su alrededor.

Cuando desperté no podía dejar de sonreír como cada vez que sueño con eso. Pero me di cuenta de que esa pintura estaba acabando conmigo, me estaba alejando de la realidad, no podía dejar de pensar en ella y tenía que hacer algo al respeto.

Tenía clase a las once, pero fui una hora más temprano para terminar con mi asunto pendiente. En el camino me crucé con una de mis compañeras, quise evitarla pero no tuve opción, me vio y tuve que detenerme cuando empezó a hablar.

-¡Kari!- me gritó-. ¿Qué haces tan temprano por aquí?

-Tengo cosas que hacer antes de la clase. Estoy apurada.

-Aún falta una hora, tienes tiempo. ¿Viste que pusieron la pintura que a ti tanto te gustaba en el pasillo del instituto?

-¿Sí? No la he visto.

-Es muy linda, tenías razón. Ese chico es muy talentoso.

-Sí, tendrá un muy buen futuro.

-¿Sabías que está interesado en ti?

-¡Claro que no! Además, no tengo tiempo para salir con chicos ahora. Debo irme, nos vemos en la clase.

-Está bien. Suerte.

Me fui rápidamente antes de que volviera a hablarme y me dirigí casi corriendo al instituto. En el pasillo donde tenía mi clase no había nadie así que tomé la pintura, la miré fijamente un instante y dudé de mis intenciones. Pero tenía que acabar con esa obsesión y lo hice. Destrocé con mis propias manos la pintura que amaba.

Miro hacia mi derecha y veo que mi profesor de arte moderna me mira muy sorprendido y un poco furioso se acerca para decirme que lo acompañara para hablar con el director.

Mientras me alejaba del lugar, miré la obra ya destruida en el piso y mis lágrimas comenzaron a caer por mi rostro. Me di cuenta que arruiné todo y que lo que sentía no era envidia, ni orgullo, ni obsesión, ni locura. Era amor.

La Maldición De La Pulsera... (Cuento)


Otro día normal en mi vida: me desperté, esperé que pase media hora para despejarme un poco y me preparé para salir a caminar. Luego me bañé, preparé mi almuerzo y miré un poco de televisión. Siempre lo mismo. Tal vez suene loco y aburrido de mi parte, pero para cambiar un poco mi día sólo salí a dar una vuelta luego de comer.

Luego de caminar un largo rato me senté a tomar una gaseosa helada que había comprado debido al terrible calor. La gente caminaba muy rápido a esa hora, todos tenían algo que hacer o lo disimulaban muy bien.

Mirando hacia todos lados, noté una tienda muy rara. Su color parecía un extraño violeta muy gastado por los años y en sus vidrieras se podían ver libros bastante viejos, collares, pulseras y algunas manualidades que me sorprendieron mucho.

Observé en mi mano la pulsera adornada con dados que una vez había encontrado en una piscina y decidí que no sería mala idea comprarme una nueva. Otra vez mis poco divertidas ideas para cambiar la rutina.

Me dirigí hacia el negocio y al abrir la puerta pude oír como rechinaba fuertemente y cómo sonaba una campana colocada sobre ésta. El local era bastante grande, había muchos estantes y productos muy variados, aún más que en las vidrieras.

Un anciano que parecía bastante amigable apareció detrás de mí mientras miraba unos libros polvorientos y me pregunto si buscaba algo en especial. Y comencé a comentarle:

-Busco una pulsera. Tal vez suene raro, pero quiero una que sea distinta a todas las demás, una que yo pudiera calificar como especial.

-Hace mucho que no entra un cliente como tú.

-¿A qué se refiere?

-Eres joven, algunos dicen que este lugar es para viejos.

-Se equivocan. Tiene cosas muy interesantes aquí.

-Gracias. No tengo pulseras muy especiales. Sólo una, pero la persona que me la vendió me contó sobre una maldición y no creo que la quieras…

-¿Puedo verla?

-Claro. Sígueme.

Me llevó hasta una mesa al final del local donde había una pequeña caja de madera. La abrió y sacó de allí la peculiar pulsera: rara pero no extravagante, tela violeta y piedras blancas. No era muy supersticioso y realmente me gustó, así que la compré sin dudar. Pagué, saludé al anciano y me fui lentamente del lugar para seguir observando un poco los libros.

Nunca creí en la magia, en las supersticiones y mucho menos en las religiones pero nunca sentí tantas dudas como en ese momento de mi vida. Apenas abrí la puerta de la tienda vi que mi novia caminaba en los brazos de un chico que desconocía. Me escondí detrás de un árbol y esperé que se alejaran para seguir caminando hasta mi casa. No podía creerlo, pero no podía hacer nada. Preferí callarme.

El resto de la tarde sólo fue sentarme en mi cama a leer y luego me acosté temprano porque al día siguiente rendía una materia importante en la facultad de derecho.

Mis dudas aumentaron cuando me fue mal en el examen a pesar de haber estudiado mucho. Cuando salía del edificio vi sentada en un banco a mi mejor amiga, quien siempre esperaba allí cuando sabía que iba a rendir.

-Por tu cara veo que no te fue bien.

-Estudié tanto, pensé que aprobaría. ¿Recuerdas la pulsera? Creo que en verdad tiene una maldición.

-¿Por qué crees que todo lo que pasó ayer y hoy es una maldición?

-¿No es obvio?

-Piénsalo de este modo: supongamos que la pulsera esté embrujada o lo que sea. Sólo te ayudó en dos cosas.

-¿De qué hablas?

-Te hizo comprender que tu novia es una mentirosa que no te merece y que tal vez la facultad de derecho no sea para ti, tú mismo me contaste que siempre quisiste estudiar música.

Apenas dijo eso una lágrima comenzó a caer por mi cara, fue una mezcla de tristeza, angustia, ira y vergüenza.

-No sé qué me pasa- dije por fin.

-Ven, te invito un café. Y espero que esa pulsera te ayude a ver otras “cosas”.

-¿Lo dices por algo en especial?

-Puede ser…

-¡Entonces cuéntame!

-No… Otro día…

Me miró y comenzó a reírse, luego nos levantamos y caminamos despacio hasta la cafetería de siempre mientras hablábamos de cosas de la vida. Cosas…

La Serie Inconclusa... (Cuento)

Hoy me he levantado con ganas de caminar por la ciudad sin sentido alguno porque pensé que a los fans les agradaría que yo me encuentre con algún conocido o algún desconocido que busque problemas. También me hacía falta un poco de inspiración, ya que escribo canciones pero hacía días que no escribía algo bueno y me deprimo cuando no lo hago. Todo marchaba bien porque, a pesar de que era un día en pleno invierno, el sol calentaba mis mejillas que días anteriores hubieran estado heladas. Pero de pronto recibo una llamada inesperada de mi madre quien, en ese momento, trabajaba en mi ciudad de origen, diciéndome que debía volver a casa porque el tiempo podía ponerse feo. Yo le insistí y le seguí insistiendo un rato largo, contándole que a los fans no les gustaría que me vuelva temprano. Y su respuesta fue lo que me hirió. Me dijo que yo sabía que eso no era verdad y colgó.

La verdad… ¿qué es la verdad? No es algo que yo pueda describir con total facilidad y certeza. Pero lo que sí sé es que cada uno de los seres humanos tiene su propia verdad. La mía era trabajar de actor, alegrar las mañanas y las tardes de las personas que miraban mi serie y seguir las instrucciones y consejos de mi querido director, al que admiro y respeto mucho.

Hay veces que pienso que nada es verdad pues, la existencia es demasiado frágil. Pienso que la cosa más simple e insignificante de todas puede acabar con mi vida en sólo un minuto. Y lo que veo por televisión no me hace cambiar de opinión. Tantos accidentes, asesinatos y atentados me hacen pensar que el hombre ha perdido el camino que Dios nos tenía preparado.

Sin embargo, hay cosas que uno siempre puede estar seguro de que son reales como la familia, el hogar, el estudio, mi serie y mis fans. Sé que vivo temporalmente en Rosario, donde estudio medicina y que mi familia me espera en el lejano Salto de Buenos Aires. Lejano es una forma exagerada de llamarlo porque sólo queda a unas horas de aquí. Mientras hago todo esto también trabajo en mi serie ya que mis fans me siguen las 24 horas del día, los siete días de la semana, todo el año.

También sé que la verdad duele. Pero siempre pensé que es mejor saberla y aceptarla que vivir en una cruel mentira. Aunque esté acostumbrado por mi programa, esto no me hace invulnerable a las mentiras de mis seres queridos. Los engaños, las traiciones… no estoy y jamás estaré listo para esas cosas.

Mientras volvía a mi casa en esa enorme ciudad, me crucé con un joven que no parecía tener malas intenciones. Pero me equivoqué. Me golpeó en el estómago y caí al piso llorando por el dolor y la furia que sentía al no poder levantarme. “Qué gran idea” pensé al ver la dramática escena que se le había ocurrido al director. El desconocido me pedía todo el dinero que llevaba en mi billetera, pero yo era el héroe, no podía dejar que se salga con la suya. Lo pateé lo más fuerte que pude en su pierna y luego de dar un grito de dolor, sacó un arma blanca de su abrigo e intentó acabar con mi vida clavándola en mi estómago. Yo sólo reía, entonces me miró sorprendido y me dejó tirado allí desangrándome.

De repente la escena se llenó de gente, todos me rodeaban, me preguntaban cómo me encontraba y gritaban que llamaran a la ambulancia. Yo sólo esperaba allí tranquilo porque pensaba que no podía ser el final de la serie en ese momento, pues, había muchas cosas inconclusas.

Mi celular comenzó a sonar y luego de poder encontrarlo en mi mochila, atendí. Era mi madre preguntando si ya estaba en casa y yo le respondí que nunca dejé de estar en ella, la actuación era mi hogar. Corté rápidamente y empecé a pensar en todo lo que le quedaba por vivir a mi personaje, todos los amores, todas las peleas, todas las oscuridades y todas las iluminaciones. Emocionantes aventuras me esperaban después de este trágico episodio.

Comencé a escuchar las voces de las personas cada vez más despacio hasta que de pronto dejé de escucharlas. Y todo se apagó.

El Chico Distraído Con La Mirada Perdida





Amigos desde hace años y vamos juntos a todos lados, compartimos mañanas, tardes y noches; dichas, tristezas y errores. Tan felices hemos sido que nos consideramos mejores amigos y tu risa me hace tan feliz que quisiera tenerte siempre aquí...
Una tarde cualquiera en el club, con sonrisa travieza fui a donde estabas tú: un enorme secreto debía contarte y enseguida sin objeción escuchaste...
Te dije que miraras con atención, pues, había alguien que por ti moría de amor. Tú sonreíste y me miraste y luego en silencio allí te quedaste...
Como no te dabas ni una idea y los amigos siempre todo se cuentan, decidí por fin darte otra pista y ambos empezamos con nuestra risa...
Te dije que miraras al chico distraído con la mirada perdida. Tú me miraste un poco raro y casi me mandaste al Diablo...
Pero te reíste y pensaste y pensaste y seguiste otro rato pensando y aún sin comprender nada descubriste mi mirada perdida en tu cara...
Me miras asombrada y dulcemente, recuerdos lejanos y cercanos llegan a tu mente. Te tomo las manos, miros tus ojos y ya no importaban los otros...

La Playa



Miré nuestros rostros en el reflejo que el precioso mar nos dio, mientras su dulce sonido invadía nuestros oídos ingenuos e inocentes de una forma que parecía hipnotizarnos. No había ni una nube en el cielo azul de diciembre y no había nadie que nos acompañara en esa tranquila soledad de verano. El horizonte tan lejano nos daba millones de razones para hablar, sueños que contar, secretos que confesar y miradas de complicidad que eran necesarias para expresar aquello que no podemos decir. Por último, la cálida arena permitió que tu mano y mano se crucen... y por fin entendí... Me había enamorado de ti...

La Vida Es Sueño...





Una vez se dijo en 1635: la vida es sueño, y los sueños, sueños son. Esto nos da un cierto control sobre lo que llamamos destino, lo aparentemente inevitable para los deterministas, para otros es algo que construimos, sólo una palabra más del uso cotidiano. Únicamente aquellos capaces de liberarse de lo material, podrán llegar a la luz, el conocimiento verdadero, aquello que vive fuera de la cueva en la que vivimos cautivos según Platón. Los que viven en la oscuridad de su ser sin saber ni siquiera de su misma existencia, son los que se enceguecerán al ver la brillante luz del sol iluminando la sabiduría. Lo reprimido debe volverse reflexivo y demostrativo, los ojos cerrados se deben abrir, y nuestras voces no deben callar... Sólo así se halla la verdad...

Drama (L)



Tenemos la capacidad de convertir un sí en un profundo y decidido no, y ni hablar de lo que hacemos con este último cuando uno es perspicaz y controla la mente de los demás, sea cual sea la intención. No necesitamos gritar y llorar para sobrevivir, sólo nos agrada un poco de atención de vez en cuando. Nos gusta ponernos en los zapatos de los payasos, los detectives importantes de alguna película de Hollywood o en los pequeños y extravagantes de una dama llorona de la televisión. La gente debe conocernos bien para saber si nuestra sonrisa acompaña a la dicha o esconde a la desdicha, e incluso si nuestro llanto odia al dolor o busca una meta de una forma incorrecta y manipuladora muy usada en el mundo de hoy. Hacemos de cada canción un mundo paralelo donde los protagonistas somos nosotros mismos e inventamos finales alternativos mucho mejores a cada película que vimos. Somos artistas en potencia, posiblemente almas viejas. No sólo somos carne y huesos, también tenemos un alma que siente cosas más fuertes que las demás y eso nos mata y nos ayuda a caminar. Algunos son considerados locos sin arreglo, pero sin el drama... nada quedaría de ellos...