viernes, 9 de julio de 2010

El Lago De Los Sueños (Cuento)

El personajes de este cuento es una mujer.


¿Alguna vez se han identificado tanto con una pintura? Yo sí. Pienso en ella todo el tiempo, sueño con ella mientras duermo y me imagino viviendo dentro de ella. Pero todo se derrumba cuando despierto y recuerdo que jamás seré reconocida como la autora de esa importante obra. Me cuesta admitir que amo la pintura de uno de mis compañeros. No sé exactamente por qué, tal vez por envidia y orgullo, siempre he sido muy orgullosa y muy competitiva desde que tenía diez y mi mamá tuvo otra hija con uno de sus novios. No hubo época en la que me haya sentido más ignorada que en esa.

Cada clase a su lado es una eternidad, hay veces en las que me quedo completamente quieta y mirándolo como si algo fuera a pasar. Lo peor es disimular cuando se da cuenta. Me siento una tonta.

He intentado miles de veces mejorar esa pintura pero jamás he podido, mi cuarto está lleno de puros borradores, sólo me han gustado tres de todas mis obras y ni siquiera son tan buenas como la de mi compañero de clase. Una de mis obras la valoro mucho porque cuando la veo me hace acordar a mi abuelo. Tal vez sea el color de fondo, pues, es igual al de su enorme casa, o tal vez sea la serenidad que me provoca al verla, mi abuelo siempre fue una persona muy serena, realmente lo admiraba.

Ayer cuando caminaba apurada por uno de los largos pasillos de mi instituto de arte ya que llegaba tarde a una de mis clases, la vi. La pintura estaba colgada allí entre una de las mejores, pero las demás no merecían estar junto a ella. A pesar de mi apuro, no pude evitar detenerme a admirarla una vez más.

El verde de los árboles, el azul puro y cristalino del lago, las sombras, las iluminaciones, los rostros de las personas, absolutamente todo me parecía perfecto, no había ni un rastro de errores, era una obra maestra.

Esa noche tuve el mismo sueño con la pintura. Estaba sentada tranquilamente sobre el verde césped frente al lago mientras la brisa acariciaba mi dorado cabello y de repente me pongo de pie, miro hacia atrás. Entonces veo a una persona, era un joven, pero nunca pude reconocer su rostro, lo veía borroso, pero esto nunca me interesó, sólo admiraba el hermoso paisaje que podía ver a su alrededor.

Cuando desperté no podía dejar de sonreír como cada vez que sueño con eso. Pero me di cuenta de que esa pintura estaba acabando conmigo, me estaba alejando de la realidad, no podía dejar de pensar en ella y tenía que hacer algo al respeto.

Tenía clase a las once, pero fui una hora más temprano para terminar con mi asunto pendiente. En el camino me crucé con una de mis compañeras, quise evitarla pero no tuve opción, me vio y tuve que detenerme cuando empezó a hablar.

-¡Kari!- me gritó-. ¿Qué haces tan temprano por aquí?

-Tengo cosas que hacer antes de la clase. Estoy apurada.

-Aún falta una hora, tienes tiempo. ¿Viste que pusieron la pintura que a ti tanto te gustaba en el pasillo del instituto?

-¿Sí? No la he visto.

-Es muy linda, tenías razón. Ese chico es muy talentoso.

-Sí, tendrá un muy buen futuro.

-¿Sabías que está interesado en ti?

-¡Claro que no! Además, no tengo tiempo para salir con chicos ahora. Debo irme, nos vemos en la clase.

-Está bien. Suerte.

Me fui rápidamente antes de que volviera a hablarme y me dirigí casi corriendo al instituto. En el pasillo donde tenía mi clase no había nadie así que tomé la pintura, la miré fijamente un instante y dudé de mis intenciones. Pero tenía que acabar con esa obsesión y lo hice. Destrocé con mis propias manos la pintura que amaba.

Miro hacia mi derecha y veo que mi profesor de arte moderna me mira muy sorprendido y un poco furioso se acerca para decirme que lo acompañara para hablar con el director.

Mientras me alejaba del lugar, miré la obra ya destruida en el piso y mis lágrimas comenzaron a caer por mi rostro. Me di cuenta que arruiné todo y que lo que sentía no era envidia, ni orgullo, ni obsesión, ni locura. Era amor.

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